Por Serguéi Petujov
La
Fuerza Aérea de Estados Unidos ha desclasificado la información sobre
el proyecto de creación de aparatos voladores* en forma de disco,
comunicaron los medios.

No es la primera vez que los humanos intentan lanzar este tipo de aparatos que, sin embargo, se resisten a volar bien.
Los
documentos datan del 1 de junio de 1965 y se indica en ellos que el
Proyecto 1794 del Departamento de Ingeniería de la Fuerza Aérea de
Estados Unidos, la Aeronautical Systems Division, pretendía crear un
aparato volador en forma del disco dotado de motores a reacción, capaz
de realizar despegue y aterrizaje vertical, con el techo de hasta 30
kilómetros, la autonomía de vuelo de hasta 1.850 kilómetros y una
velocidad de entre 3.000 y 4.000 kilómetros por hora.
Todos
los años aumenta el número de proyectos que, debido al tiempo
transcurrido, pierden el estatus de información clasificada. No
obstante, dicho proyecto atrajo la atención del público no profesional
por una razón obvia: los aparatos con forma de dos platos juntados
recordaban demasiado los misteriosos “platillos voladores”.
Las ambiciones eran excesivas
Los
prototipos de los “platillos voladores”, uno más pequeño con capacidad
para un piloto y otro más grande, se prestó a crearlos la empresa
aeroespacial canadiense Avro Aircraft Limited que para el momento del
encargo por parte del Pentágono llevaba cinco años diseñando este
aparato para la Fuerza Aérea de Canadá.
Se
fijó el plazo de entre 18 y 24 meses y se asignaron 3,16 millones de
dólares, unos fondos impresionantes para aquellos tiempos.
Lo
más curioso de la historia es que los canadienses cumplieron el encargo
de Washington, pero desde el inicio del proyecto hasta el primer vuelo
transcurrieron 40 meses y EE. UU. en vez de tres millones de dólares
tuvo que invertir doce millones. El aparato no alcanzo la altura de 30
kilómetros sino que apenas superó un par de metros.
Actualmente
este aparato, que recibió el nombre de VZ-9-AV Avrocar, se guarda en el
Museo Nacional de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, donde lo pueden
ver los visitantes.
Los platillos de la represalia
Entre
las muestras del mismo museo uno puede encontrar la versión anterior de
los ”platillos voladores”, un modelo experimental de caza de despegue
vertical dotado de aspas en vez de motores. Su diseñador, el ingeniero
aéreo alemán emigrado a Canadá, Karl Zimmermann, era un entusiasta de
aparatos en forma de platillo.
Para
finales de la Segunda Guerra Mundial sus dos “platillos” eran
perfectamente capaces de despegar desde la cubierta de un portaaviones.
Sin embargo, la época de los aviones con motores a pistón se estaba
acabando y se tomó la decisión de renunciar al uso del modelo.
Los
aparatos voladores en forma de platillo diseñados en la Alemania nazi
son un caso aparte. Igual que en otros países, los ingenieros aéreos del
Reich se interesaron por la forma. En aquellos momentos se intentó dar
solución original al problema del despegue y aterrizaje vertical. Los
planos de la creación de la oficina de diseño Focke-Wulf Flugzeugbau
GmbH incluso llegaron a ser patentados.
En
1944 en Leipzig se realizaron las pruebas de otro modelo que apenas se
separó de la tierra. Sin embargo, nadie vio platillos voladores que
fueran parte del proyecto Vergeltungswaffen, consideradas “armas de la
represalia”, a pesar de que hubo gente que supuestamente los ha visto o
ha tenido contacto con participantes en el proyecto.
Como
resultado, surgió todo un mito sobre los platillos nazis que siguen
volando hasta el día de hoy, saliendo de las bases ultra secretas en la
Antártida o en las zonas de difícil acceso en el Amazonas.
Los platillos flotantes
La
forma del platillo inspiró, además de a los ingenieros aéreos, a los
navales. El promotor más activo de los barcos de este tipo fue el
Contralmirante Andrei Popov que en el reinado de los zares Alejandro II
(1855-1881) y Alejandro III (1881-1894) desempeñó la función del
diseñador en jefe de la Marina rusa.
Los barcos en forma de platillos fueron bautizados ‘popovki’ en su honor y se usaron en la flota hasta principios del siglo XX.
Sin
embargo, el destino de barco de uso civil con forma de platillo fue
mucho menos glorioso. Se trataba del yate “Livadia”, muy potente y
lujoso para la época y destinado para la familia real. Pero debido a su
forma, incluso con una marea ligera se tambaleaba tanto que las
princesas se sentían indispuestas al instante y Sus Majestades no
tardaban en unirse a ellas.
El proyecto fue suspendido y el yate acabó sus días como una prisión flotante.
El futuro de los platillos voladores
Volvamos
al Proyecto 1794: su realización no trajo éxito a la empresa
canadiense, mientras que su segundo proyecto clave de creación del
interceptor supersónico CF-105 Arrow también resultó ser un fracaso. El
avión resultó ser bastante innovador para su época, pero por razones
políticas Canadá compró cazas de fabricación estadounidense y en 1962 la
empresa tuvo que cerrar.
Solo
un número limitado de diseñadores y de sus clientes sabrán si los
intentos de crear ‘platillos voladores’ siguen teniendo lugar: todavía
no ha llegado el momento de quitar el estatus de información clasificada
a sus proyectos.
Sin
embargo, no se sabe si llegarán a levantar el vuelo algún día. Aún en
la antigüedad se supo que un bumerán (prototipo del ala de un avión
moderno) volaba mucho mejor que un disco, a cuya imagen y semejanza se
crearon los “platillos voladores”.
RIA Novosti en Español, 11-10-2012
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* EE. UU. y Rusia hace décadas construyen estas naves. En Irán revela que construyó un platillo volador hay una noticia en inglés con los detalles del caso.
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